La libertad que trae consigo la vejez. Así se podría resumir Violeta al fin, el segundo largometraje de ficción de Hilda Hidalgo, la directora costarricense ampliamente conocida por sus documentales que en 2009 se atrevió a adaptar para el cine Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez. La película ya maravilló al público y la crítica del Festival de Busán en Corea del Sur, y tras estrenarse en su país hace unos días, se presenta actualmente en el Festival de Mar del Plata, Argentina, del 17 al 25 de noviembre.
La libertad que trae consigo la vejez. Así se podría resumir Violeta al fin, el segundo largometraje de ficción de Hilda Hidalgo, la directora costarricense ampliamente conocida por sus documentales que en 2009 se atrevió a adaptar para el cine Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez. La película ya maravilló al público y la crítica del Festival de Busán en Corea del Sur, y tras estrenarse en su país hace unos días, se presenta actualmente en el Festival de Mar del Plata, Argentina, del 17 al 25 de noviembre.
Violeta es «una mujer de 72 años que por primera vez en su vida vive sola, divorciada y con cada hijo en sus cosas. La visitan sus familiares, va a nadar, comparte con sus amigas», escribe Fernando Chaves Espinach en el diario La Nación de Costa Rica.
«Quiere alquilar los cuartos sobrantes de la casa donde creció y abrir una pensión. A su primer inquilino, su profesor de natación, le dice, con radiante sonrisa, que él es solo el principio de muchas cosas. Pero muchos otros ya tienen designios para su casa, aunque ella sea la última consultada».
Violeta al fin, protagonizada por la primera actriz del teatro tico Eugenia Chaverri, es una coproducción de Producciones La Tiorba de Costa Rica y Cacerola Films de México, y ha recibido fondos estatales de ambos países. También recibió ayuda de Ibermedia en la Convocatoria 2013.
“La noción que me interesa es la noción de que la vejez trae libertad, muy distinta a todas las nociones de vejez que nos rodean”, ha explicado Hilda Hidalgo en una entrevista. “Es abrumadora la insistencia en que la vejez es lo peor que nos va a pasar en la vida. Es considerada inutilidad, falta de capacidad, limitación”.
«A Hidalgo la rodeaban muchas mujeres», recuerda Chaves Espinach, «como su mamá, que ya falleció». Mujeres «fuertes y autónomas, y quería reflejar sus experiencias en la historia de Violeta».
“Yo digo que Violeta es la suma de muchas personas, incluida yo misma”, confirma Hidalgo. “Hay cosas que sólo se pueden hacer tarde, cosas que sólo de viejos vamos a poder hacer, con la libertad, la serenidad y la experiencia que da la vejez. Obviamente todavía no lo he experimentado, pero es algo que puedo observar e intuyo”.
Cuando Hidalgo empezó a pensar en la película tenía 22 años, dice Chaves Espinach. La idea se le ocurrió al fotografiar a su madre, entonces en las puertas de la vejez. Un cuarto de siglo después, «han pasado cortometrajes, largometrajes, la dirección de la Escuela de Cine y Televisión de la Veritas y mucho más».
“Me pongo a pensar que cuando tomé aquella foto», dice la directora, «mamá estaba empezando a su tercera edad y cuando filmé la película, mami ya había muerto. El proceso de Violeta acompañó de algún modo todo su proceso de vejez”.
Tráiler
Violeta es «una mujer de 72 años que por primera vez en su vida vive sola, divorciada y con cada hijo en sus cosas. La visitan sus familiares, va a nadar, comparte con sus amigas», escribe Fernando Chaves Espinach en el diario La Nación de Costa Rica.
«Quiere alquilar los cuartos sobrantes de la casa donde creció y abrir una pensión. A su primer inquilino, su profesor de natación, le dice, con radiante sonrisa, que él es solo el principio de muchas cosas. Pero muchos otros ya tienen designios para su casa, aunque ella sea la última consultada».
Violeta al fin, protagonizada por la primera actriz del teatro tico Eugenia Chaverri, es una coproducción de Producciones La Tiorba de Costa Rica y Cacerola Films de México, y ha recibido fondos estatales de ambos países. También recibió ayuda de Ibermedia en la Convocatoria 2013.
“La noción que me interesa es la noción de que la vejez trae libertad, muy distinta a todas las nociones de vejez que nos rodean”, ha explicado Hilda Hidalgo en una entrevista. “Es abrumadora la insistencia en que la vejez es lo peor que nos va a pasar en la vida. Es considerada inutilidad, falta de capacidad, limitación”.
«A Hidalgo la rodeaban muchas mujeres», recuerda Chaves Espinach, «como su mamá, que ya falleció». Mujeres «fuertes y autónomas, y quería reflejar sus experiencias en la historia de Violeta».
“Yo digo que Violeta es la suma de muchas personas, incluida yo misma”, confirma Hidalgo. “Hay cosas que sólo se pueden hacer tarde, cosas que sólo de viejos vamos a poder hacer, con la libertad, la serenidad y la experiencia que da la vejez. Obviamente todavía no lo he experimentado, pero es algo que puedo observar e intuyo”.
Cuando Hidalgo empezó a pensar en la película tenía 22 años, dice Chaves Espinach. La idea se le ocurrió al fotografiar a su madre, entonces en las puertas de la vejez. Un cuarto de siglo después, «han pasado cortometrajes, largometrajes, la dirección de la Escuela de Cine y Televisión de la Veritas y mucho más».
“Me pongo a pensar que cuando tomé aquella foto», dice la directora, «mamá estaba empezando a su tercera edad y cuando filmé la película, mami ya había muerto. El proceso de Violeta acompañó de algún modo todo su proceso de vejez”.
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