El distribuidor, productor, actor y, sobre todo, defensor y gran promotor del cine argentino fuera de sus fronteras Pascual Condito falleció el pasado jueves 17 de marzo.
A las pocas horas, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA), emitía un comunicado en el que destacaba “su aporte fundamental a la distribución de cine internacional y, sobre todo, nacional, donde concentró sus esfuerzos desde 2001”.
De su empresa distribuidora, Primer Plano, situada en las céntricas calles de Riobamba y Lavalle, a pocas cuadras de los teatros Colón y San Martín, el Cine Gaumont, o los centros culturales San Martín y Paseo La Plaza, celebraba que “fue una marca registrada en esa época, donde las distribuidoras se concentraban en esa zona, el barrio del cine”.
Y más adelante: “Para el entrañable Pascual ese barrio era su mundo, su ciudad. Si no lo encontraban en la distribuidora, seguro estaba en el bar de la equina tomando un café, acompañado por alguien del sector y revisando la cartelera o las críticas en los diarios en papel”.
“No habrá otro como él”, resumió la Cinemateca Uruguaya, recordando los muchos títulos estrenados allí gracias a él, “con el que [el histórico director de la Cinemateca, Manuel] Martínez Carril hacía los acuerdos más delirantes para que las copias en 35 milímetros quedaran en nuestro archivo”.
Nacido en la ciudad calabresa de Catanzaro, en la “planta” de la bota de Italia, en 1948, llegó a Argentina a los cinco años y se convirtió en un apasionado del cine, especialmente del cine argentino, como lo demuestra la miniserie de 13 capítulos inspirada en él Vida de película —dirigida por Matías Bertilotti con guión de Jorge Maestro y Federico Barenboin— que la Televisión Pública estrenó en 2017.
Gracias a Condito se estrenaron en Europa películas como Garage Olimpo (1999), de Marco Bechis; Esperando al mesías (2000), de Daniel Burman; Historias mínimas (2002), de Carlos Sorín; o grandes éxitos de taquilla como No sos vos, soy yo (2004), de Juan Taratuto.
Inversamente, Primer Plano posibilitó el estreno en Argentina de películas tan diversas en procedencia, género y temática como Trainspoting, de Danny Boyle; Secretos y mentiras, de Mike Leigh; El sabor de las cerezas, de Kiarostami; Buena Vista Social Club, de Wim Wenders; Recursos humanos, de Laurent Cantet; Whisky, de los uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll; o esa maravilla de la animación para todas las edades que es El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki.
Como productor participó en películas como El viento se llevó lo que (1998), de Alejandro Agresti; Conversaciones con mamá (2004), de Santiago Carlos Oves; Las mantenidas sin sueños (2005), de Vera Fogwill y Martín Desalvo; o El frasco (2008), de Alberto Lecchi, entre otras.
Si uno escribe “Pascual Condito” en el buscador de la Internet Movie Database (IMDb), la mayor base de datos cinematográficos del mundo, el resultado confirma que también intervino como actor secundario en 37 producciones de cine y TV, entre ellas Bombón, el perro (2004), de Carlos Sorín; Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo (2011), de Mariano Cohn y Gastón Duprat; o El rey del Once (2016), de Daniel Burman.
Otro grande al que tenemos que despedir con honores. ¡Hasta siempre, Pascual!
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Crédito de la imagen: Pascual Condito fotografiado con motivo de la miniserie inspirada en él Vida de película.