El escritor, guionista, director, productor, maestro y referente del cine argentino Manuel Antín, conocido por haber convertido en películas cuentos emblemáticos de Julio Cortázar como «Cartas de mamá» (La cifra impar, 1962), «Circe» (mismo título, 1964) e «Intimidad en los parques» (ídem, 1965), o ese clásico de la novela argentina que es Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (1969), falleció el pasado 5 de septiembre a la edad de 98 años.
Antín deja el legado de una extensa trayectoria que abarca no sólo su trabajo como cineasta, sino también su labor como profesor y gestor cultural, plasmada por ejemplo en la fundación de la Universidad del Cine, de donde han egresado reconocidos directores contemporáneos como Damián Szifrón, Ana Katz, Santiago Mitre, Paz Encina, Pablo Trapero, Lisandro Alonso, Benjamín Naishtat, Andrés (Andy) Muschietti, Alejandro Carrillo o Mariano Llinás.
Fundada en 1991, la Universidad del Cine produjo entre 1996 y 2008 seis largometrajes realizados por estudiantes, entre ellos Moebius, de Fernando Spiner; Mala época, de Mariano de Rosa, Rodrigo Moreno, Salvador Roselli, Nicolás Saad, o Sólo por hoy, de Ariel Rotter.
«Nunca nos metimos en el estilo de cada uno y hemos ayudado a hacer películas de un cine en el que creemos y también del que no creemos», dijo en una entrevista concedida al diario Página/12. «En general se piensa en enseñar el cine que a uno le interesa para formar directores semejantes, pero para mí es todo lo contrario». Palabras que siempre nos recordaron que Antín, más que un docente, fue ante todo un verdadero maestro.
Una década antes, en 1983, fue designado como director del Instituto Nacional de Cinematografía (INC) de Argentina, cuya gestión llevó a cabo una importante transformación de la industria cinematográfica en su país. Para empezar, se eliminó el antiguo Ente de Calificación Cinematográfica, el organismo de censura instaurado por la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla. Esto permitió a los cineastas ejercer su labor con libertad de expresión y concebir películas sin restricciones políticas de ninguna clase.
Nacido en febrero de 1926 en Las Palmas, provincia de Chaco, Manuel Antín marcó una diferencia en el cine de su época tanto por su filmografía como por su labor como gestor y referente de nuevos cineastas.
La relación creativa que mantuvo con Julio Cortázar también quedó plasmada en una película. La cineasta Cinthia Rajschmir presentó en 2018 Cortázar & Antín. Cartas iluminadas, un documental que reconstruye la amistad y la colaboración entre el escritor y el entonces joven cineasta en la década de 1960.
«En esa época, Cortázar no era un escritor difundido. Lo leí, me gustó. Yo quería ser escritor y pensé: ¿Cómo puedo plagiarlo? Era más real hacer una película y por eso hice cine», le contó Antín a Página/12, como bien dice la nota, «con la humildad de los grandes».
En las películas mencionadas al principio, Antín y Cortázar trabajaron juntos a través de una intensa correspondencia de cartas y audios enviados por correo. Mientras Antín preparaba la producción y filmaba en Argentina, el escritor, ya instalado en Francia, enviaba sus aportes al proceso de creación.
También fue el encargado de llevarle al editor Francisco Porrúa los originales de Rayuela, la famosa novela de Cortázar, que el escritor le había enviado desde París.
«No hay cine sin literatura», dijo en otra ocasión. «Los defensores de un cine no literario no quieren ver toda la literatura que hay detrás del cine. Somos gente escrita. Tal vez parezca exagerado, pero yo creo que todo es literatura». Es más, también llegó a confesar que «nunca fui un cineasta convencido. Siempre me corría el escritor que no era».
En realidad, sí lo fue. Sus primeras expresiones fueron literarias. Escribió y publicó poesía en libros como La torre de la mañana (1945) y Sirena y espiral (1950). Teatro, en El ancla de arena (1947) y No demasiado tarde (1957). Y novelas como Los venerables todos (1958) y Alta la luna (1991).
En 2019 Manuel Antín estuvo en la Casa de América de Madrid participando en un programa dedicado a su obra cinematográfica y reflexionando sobre las adaptaciones literarias en el cine. Con la colaboración de la periodista y editora Mariángeles Fernández y del cineasta Diego Sabanés, se proyectaron Circe, Los venerables todos (1962, la adaptación que hizo de su propia novela y presentó en Cannes, aunque no llegó a estrenar comercialmente en Argentina), La cifra impar y Don Segundo Sombra.
También conversó con Alan Pauls sobre literatura y cine (Las adaptaciones en el cine); con Fernández y Sabanés sobre su trabajo y amistad con Cortázar (El cine del lado de acá y del lado de allá), y con los cineastas Andrea Guzmán, Lupe Pérez García y Nicolás Saad sobre la formación de nuevos guionistas y realizadores (¿Qué aportan las escuelas de cine?).
Por su interés, calidad humana y profesional y su vigencia más allá de la triste noticia de su muerte, nos permitimos reproducir a continuación la conversación que Manuel Antín mantuvo con Alan Pauls en Casa de América:
Crédito de la fotografía que encabeza la noticia: Manuel Antín retratado por el periodista y fotógrafo cubano © Kaloian Santos Cabrera para la Secretaría de Cultura de Argentina en marzo de 2019.