Si hay alguien que lo hizo todo por el desarrollo que tiene hoy el cine iberoamericano, ése es —lo fue, lo seguirá siendo— Manuel Pérez Estremera, nuestro querido Manolo.
Por eso la noticia de su partida nos ha saltado directamente a los ojos. Y a la garganta. Al nudo que se nos hace queriendo decir con palabras lo que siempre le dijimos con besos y abrazos.
Principalmente, gracias. Muchas gracias.
Gracias por ser esa persona serena y prudente, «reservón», como te llamabas a ti mismo, que en cuanto veías la oportunidad de hacer algo por nuestro cine, no parabas hasta haberlo realizado.
No es casualidad que de los cuatro libros que escribió nuestro querido Manuel, tres de ellos sean Correspondencia inacabada con Arturo Ripstein, Nuevo Cine Latinoamericano y Problemas del Nuevo Cine, en el que ponía a dialogar al brasileño Glauber Rocha y al cubano Julio García Espinosa con Pasolini o Umberto Eco.
Nacido en Madrid en 1944, Manuel Pérez Estremera era hijo de una mezzosoprano y un empleado de empresas eléctricas.
Y fue todo lo que se puede ser en el mundo del audiovisual. Guionista, realizador, productor, escritor, director del Festival de San Sebastián, director de Televisión Española en dos ocasiones, director del ICAA, miembro de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), docente de la cátedra de Producción —¡y qué docente!— en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños en Cuba.
En RTVE fue director de Fila 7, un programa semanal dedicado íntegramente al cine, y subdirector de Producción Externa, lo que significaba ocuparse de evaluar los guiones y proyectos de cine español y promover la coproducción con América Latina y Europa.
También fue Miembro de Honor de la Academia Argentina de la Cinematografía, galardonado con el Coral de Honor en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Premio Ciudad de Huelva, homenajeado en el Festival de Lima, jurado en los festivales de Guadalajara, Toulouse, Gramado, La Habana, Lleida…
Hijo de su tiempo, tiene una anécdota muy sabrosa de lo que fue Mayo del 68, y no sólo en París. Se la contó así al periodista Juan Cruz: «Estábamos en Cannes y allí llegó la revolución de los estudiantes; interrumpieron el festival y echaron las cortinas tras la proyección de una película de Saura. Seguimos camino a Pesaro, en Italia, y allí estaban Pasolini, Bertolucci, Bellocchio. Vimos La hora de los hornos, del argentino Fernando Pino Solanas, un documental latinoamericano muy de la época, que acababa con un plano largo del Che. La gente salió tan encendida que se enfrentó a la policía. La revolución estaba por todas partes».
Nunca se mordió la lengua para señalar las dificultades que debe enfrentar el cine que no está en manos de las grandes productoras y distribuidoras multinacionales, especialmente estadounidenses:
«Se ha consolidado su lógica de mercado, en la que lo que prima es lo que da mayor rendimiento. Por eso la mitad de nuestro cine no lo vemos, nos lo perdemos. El problema es el mismo que se puede encontrar con cines como el alemán, el finlandés o el africano. Porque la mayoría del cine que se hace en el mundo, menos el de EE UU, un poquito el francés y un poquito el español, no todo, no se ve. Y hay que ser conscientes de ello».
Manolo querido, amigo, compañero de andaduras, aliado en nuestro esfuerzo por hacer del gran cine iberoamericano un cine consolidado, creador de la idea de poner en marcha Ibermedia TV, ¡cómo te vamos a echar de menos!
Crédito de la imagen principal: Manuel Pérez Estremera en la gala de los Premios Panorama 2016. © Panorama Audiovisual.