Con la publicación en diciembre del decreto Nº 022-2019, el Gobierno peruano ha puesto en marcha la nueva Ley de Cine orientada a “la promoción del desarrollo de la actividad cinematográfica y audiovisual en el país, a través del fomento, la difusión, promoción y preservación de las obras cinematográficas y audiovisuales”.
Si 2019 ya fue un buen año para la cinematografía nacional del Perú, con un total de 35 películas estrenadas (frente a las 13, por ejemplo, que se estrenaron en 2013), se prevé que con esta medida el cine peruano se acercará en un corto plazo a los 40 estrenos anuales, según las estimaciones de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) del Ministerio de Cultura de ese país.
Entre sus principales incentivos, la Ley otorgará más recursos para apoyar proyectos audiovisuales de distinto género y formato, con un mínimo de 25 millones de soles (cerca de siete millones de euros) como presupuesto anual para los estímulos concursables y automáticos a nivel nacional.
La nueva Ley también establece que, más allá del largometraje o cortometraje de ficción o documental, se fomentará la producción de diversos formatos audiovisuales como series de televisión, obras de animación y contenidos para plataformas digitales, así como la creación de salas de exhibición alternativas y la realización de festivales en todo el país, el impulso de programas de formación técnica, creativa y profesional, y la preservación del patrimonio audiovisual nacional.
Además, todas estas actividades que apuntan al crecimiento y la consolidación de la industria audiovisual peruana, considerada estratégica por su aporte al desarrollo cultural, al crecimiento económico y a la generación de empleo, podrán obtener donaciones sujetas a deducción tributaria (hasta un 10% del Impuesto a la Renta) para personas naturales y jurídicas.
“Este punto no estaba claro en el marco general existente, y ahora sí están definidos los mecanismos y requisitos para ello”, destaca Pierre Emile Vandoorne, director de la DAFO del Ministerio de Cultura.
De acuerdo con Vandoorne, los efectos más notorios de la nueva Ley se verán sobre todo a partir del año 2021, ya que las películas se suelen estrenar, en promedio, uno o dos años después de iniciada su producción.
Otro dato que se suma a la publicación de la norma es el nuevo impulso que parece haber tomado el documental estrenado en salas de cine, lo cual abre el abanico de posibilidades de expresión para los cineastas peruanos.
Especialmente notorio ha sido el caso de La revolución y la tierra, el documental de Gonzalo Benavente Secco sobre la Reforma Agraria iniciada en 1969, que este año llevó a más de 90 mil personas a las salas de cine de todo el país, récord histórico para una producción de ese tipo en la historia de la cinematografía peruana.
No menos importante es que la Ley dispone una asignación de entre el 30% y 40% de su asignación total para toda la cadena de valor de la producción audiovisual en las regiones, incluyendo acciones que promuevan el cine de procedencia indígena y/o hablado en las muchas lenguas que coexisten en el Perú. Esto incluye, por supuesto, el impulso a salas de exhibición alternativas y proyectos de formación descentralizados.
“Esta Ley va a permitir que descubramos un nuevo cine peruano”, ha dicho, por ejemplo, Miguel Valladares, gerente de Tondero, una de las mayores empresas productoras del país. Una pequeña muestra de ello fue Wiñaypacha, la primera película peruana hablada en lengua aymara, dirigida por Óscar Catacora, ganadora de premios en festivales tan importantes como el de Guadalajara, en México, y distribuida precisamente por Tondero.