La Playa D.C., del colombiano Juan Andrés Arango, obtiene el Premio Radio Exterior de España a la película que mejor refleja la realidad social en América Latina. Tras su celebrado paso por Cannes y San Sebastián, esta historia de un afrocolombiano costeño que huyendo de la guerra tiene que mudarse a una fría y hostil Bogotá se instala también en lo alto del palmarés de la reciente Mostra de Cinema Llatinoamericà de Catalunya.
La Playa D.C., do colombiano Juan Andrés Arango, obtém o Prémio Radio Exterior de España para o filme que melhor reflete a realidade social na América Latina. Após a sua celebrada passagem por Cannes e San Sebastián, esta história de um afro-colombiano costeiro que, fugindo da guerra, tem de ir viver para uma fria e hostil Bogotá, instala-se também no cimo do palmarés da recente Mostra de Cinema Llatinoamericà de Catalunya.
Los estudios demográficos en Colombia dan esta cifra: de 1991 a 2006, 300 mil afrocolombianos que vivían en las costas pacífica y atlántica llegaron a Bogotá, la capital ubicada en el centro del país, a 2.600 metros sobre el nivel del mar. La principal causa de esta migración masiva es el conflicto armado que —entre las guerrillas marxistas, los grupos paramilitares de derecha, las bandas de narcotraficantes y el propio Estado— ha golpeado duramente a la población civil desde principios de la década de 1960. Lo que las estadísticas no cuentan, sin embargo, es cómo se producen estos movimientos migratorios: cuál es el costo económico, social y emocional que supone para la gente negra ese éxodo a un lugar que, en principio, no les pertenece. Dicen los sociólogos que para los afroamericanos el concepto de familia es tanto o más territorial que sanguíneo. La familia es el barrio, la cuadra, la calle: allí donde uno puede ser “hermano” de otro que no comparta su apellido. ¿Qué pasa cuando esa idea de comunidad se desvanece en una metrópoli de ocho millones de habitantes? De eso va La Playa D.C. de Juan Andrés Arango. La historia de Tomás y de la búsqueda de sus nuevos hermanos. La fábula de un muchacho que, enfrentado a un entorno nuevo y hostil, tiene que inventarse de nuevo.
Os estudos demográficos na Colômbia apresentam este número: de 1991 a 2006, 300 mil afro-colombianos que viviam nas costas pacífica e atlântica chegaram a Bogotá, a capital situada no centro do país, 2600 metros acima do nível do mar. A principal causa desta migração massiva é o conflito armado que —entre as guerrilhas marxistas, os grupos paramilitares da direita, os bandos de narcotraficantes e o próprio Estado— abalou duramente a população civil a partir do início da década de 1960. No entanto, o que as estatísticas não contam é como são gerados estes movimentos migratórios: qual o custo económico, social e emocional que representa para a população negra esse êxodo até um sítio que, em princípio, não lhes pertence. Os sociólogos dizem que, para os afro-americanos, o conceito de família é tanto ou mais territorial do que sanguíneo. A família é o bairro, o quarteirão, a rua: onde se pode ser “irmão” de alguém com quem não se partilha o apelido. O que é que acontece quando essa ideia de comunidade se desvanece numa metrópole de oito milhões de habitantes? É disso que nos fala La Playa D.C. de Juan Andrés Arango. Da história de Tomás e da procura dos seus novos irmãos. Da fábula de um rapaz que, enfrentando um meio novo e hostil, tem de se inventar de novo.