Durante el conflicto armado interno en Guatemala, el Ejército entra en un pueblo y asesina a los hijos de Alma. El oficial al mando los mata delante de ella, a la que manda a callar diciéndole: “Si llorás, te mato”. Treinta años después se abre una causa penal por los crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas armadas guatemaltecas durante un período de 36 años (de 1960 a 1996) en el que unas 200.000 personas fueron asesinadas, 45.000 desaparecidas, miles desplazadas o exiliadas, aparte de incontables víctimas de tortura y violencia sexual. El juicio está centrado en el personaje del general retirado que estuvo al frente del gobierno durante el genocidio: Enrique Monteverde en la ficción, José Efraín Ríos Montt en la vida real. Tras escuchar los testimonios de los familiares de las víctimas, el general empieza a oír el llanto de La Llorona.
Ésta es premisa dramática asentada en hechos reales sobre la que Jayro Bustamante ha trabajado en La llorona, su extraordinario tercer largometraje que acaba de ser nominado a los Globos de Oro de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood y que sigue a los también muy premiados y aplaudidos Ixcanul (2015) y Temblores (2019).
Llegar a los Globos de Oro “significa que nuestra industria (la industria cinematográfica en Guatemala) creció, que creció en todas las ramas y que estamos listos para grandes cosas”, ha dicho Bustamante a la agencia de noticias EFE.
Con La Llorona, Bustamante cierra lo que él llama su “tríptico del insulto”. Así, si Ixcanul se centraba en el racismo que se extiende por toda América Latina —y el mundo— contra el color de piel, la fisonomía y la cultura de los pueblos originarios, y Temblores apuntaba a los prejuicios que hay sobre la homosexualidad, La Llorona lo hace sobre la palabra “comunista” que, según cuenta el cineasta, “en Guatemala se utiliza para descalificar a cualquiera que se preocupe por los derechos humanos”.
Si algo caracteriza el cine de Jayro Bustamante es su sobriedad y elegancia formal para poner el dedo en las heridas que atraviesan la historia de su país, Centroamérica y América Latina en general. Al principio de La Llorona, por ejemplo, se vale del espacio de la sala del tribunal para presentar los relatos de los testigos del genocidio guatemalteco teniendo como telón de fondo a los militares responsables y sus familias. Es memorable, por ejemplo, el momento en que habla una mujer ixil, en el centro mismo del encuadre, mientras detrás se siente la vergüenza de la familia del militar enjuiciado.
La nominación de la cinta a los Globos de Oro en la categoría de mejor película en lengua extranjera es “un hecho histórico para Guatemala y Centroamérica”, ha reconocido el propio realizador. “Después de todo lo que hemos vivido como países, y de todo lo que el arte ha sido silenciado en nuestros países, empezamos a tener estos espacios y nuestra voz se empieza a escuchar, se empieza a amplificar”, dijo a EFE.
La Llorona competirá con la última película de Thomas Vinterberg, Another Round (Druk); la italiana La vida por delante (La vita davanti a sé), de Edoardo Ponti; la francesa Entre nosotras (Deux), de Filippo Meneghetti; y la estadounidense hablada en coreano Minari, de Lee Isaac Chung.
La película no sólo pone Guatemala en el mapa de la gran cinematografía mundial, sino que nos recuerda a todos la importancia de la autorrepresentación en el cine de la diversidad cultural originaria, guatemalteca o latinoamericana.
Como reconoce el propio Bustamente, es fundamental contarnos y confrontarnos con historias propias “nos gusten o no, estemos de acuerdo o no con el tema de la historia, [a fin de] tener nuestro propio material que documente nuestra existencia… si podemos hacerlo”.
Protagonizada por María Mercedes Coroy, la actriz originaria del pueblo maya Kaqchikel que ya deslumbrara por su papel en Ixcanul, así como por Sabrina de la Hoz, Julio Díaz, Juan Pablo Olyslager, María Telón y Ayla Elea Hurtado, La Llorona es una coproducción entre La Casa de Producción de Guatemala y Les Films du Volcan de Francia.