La película dirigida por la nicaragüense Laura Baumeister La hija de todas las rabias, que recibió ayudas de Ibermedia al Desarrollo y también a la Coproducción en la Convocatoria 2019, y Vicenta B, del escritor y cineasta cubano Carlos Lechuga, que recibió la ayuda de Ibermedia a la Coproducción en la Convocatoria 2020, se han alzado con dos de los más importantes Premios de la Industria en la 69ª edición del Festival de San Sebastián que culminó el pasado sábado 25 de septiembre.
La hija de todas las rabias fue reconocida con el Premio de la Industria WIP Latam dirigido a producciones latinoamericanas en fase de postproducción (Work In Progress), en tanto que Vicenta B se llevó el Premio EGEDA Platino Industria al mejor WIP Latam.
Por su parte, Donde comienza el río, del colombiano Juan Andrés Arango, se alzó con el Premio DALE! (Desarrollo América Latina-Europa) concedido por la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI) y la Asociación Europea de Directores de Agencias de Cine (EFAD).
Otras producciones iberoamericanas que fueron premiadas en la sección de Industria del Festival: Camionero, del argentino Francisco Marise, ganó el Premio al Mejor Proyecto del Foro de Coproducción Europa-América Latina; Alemania Online, de la también argentina María Zanetti, se alzó con el ARTEKino International Prize; La gruta del viento, de otro argentino, Eduardo Crespo, se llevó el Premio Ikusmira Berriak; y la española Amparo Climent ganó dos premios, el Treeline de Consultoría en Distribución y Festivales y el Premio IBAIA de la Asociación de Productoras Audiovisuales Independientes del País Vasco, por Las cartas perdidas y Domingo, Domingo, respectivamente.
En La hija de todas las rabias (Nicaragua-México-Países Bajos-Alemania-Francia-Noruega), la nicaragüense Laura Baumeister cuenta la historia de María, una niña especial y con mucha imaginación, que vive en las inmediaciones de un gran vertedero en Managua. Allí, en ese lugar siempre cubierto de niebla, vive con Lilibeth, su madre, y unos cuantos perros y sus cachorros que están a punto de ser vendidos.
Cuando María los envenena accidentalmente, Lilibeth toma la difícil decisión de abandonarla en una planta de reciclaje, donde es obligada a trabajar junto a otros niños. Tras el castigo, la niña se ve sumida en una gran soledad que pronto se convierte en ira. Entabla amistad con Tadeo, un niño enfermizo y fiel con una sabiduría muy particular. María aprenderá a lidiar con el abandono utilizando sus sueños para explicar lo sucedido.
Por su parte, Vicenta B, del cubano Carlos Lechuga, es una exploración seria del mundo de la santería en Cuba. Desde los tiempos de la colonia, los diarios de la isla se han referido a las santeras cubanas con desprecio. Las llamaban “brujas” y jamás usaban sus nombres: eran la morena Marta A o la parda Juana D.
Vicenta B vive en la actualidad en La Habana y tiene un don especial para ver el futuro de las personas. Cada día recibe en su hogar a un grupo de cubanos que llegan en busca de una solución para sus problemas. Cuando su único hijo decide irse del país, Vicenta entra en una crisis que no la deja vislumbrar qué es lo que pasa con su vida, ni entender por qué se ha quedado sola en un país donde todos parecen haber perdido la fe.
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Crédito de la imagen: fotograma de La hija de todas las rabias, de Laura Baumeister.