El ensayista, crítico, curador, gestor cultural, cineasta y promotor del cine brasileño y latinoamericano José Carlos Avellar falleció el pasado 18 de marzo. En diciembre habría cumplido 80 años, pero hacía tiempo que luchaba contra un cáncer. Avellar deja seis libros, uno de ellos fundamental para comprender la obra de su compatriota Glauber Rocha, y un legado impresionante en cada lugar por donde pasó. Fue jurado de festivales como los de Venecia y Cannes, y a lo largo de muchos años representó a Brasil en el Festival de Berlín. Como director de la legendaria distribuidora Riofilme contribuyó a la realización de 94 largometrajes, entre ellos muchos clásicos del cine brasileño y por ende latinoamericano contemporáneo. Hasta el final de sus días fue responsable de la programación de los cines del Instituto Moreira Salles, para el que también creó una colección de películas indispensables en DVD. Fue también, por supuesto, un gran colaborador del Programa Ibermedia. Vaya esta breve semblanza a modo de homenaje y agradecimiento. Hasta siempre, amigo Carlos, que era como todos te llamábamos.
“Avellar era un maestro, y no sólo del cine que tanto amaba. Su acción como crítico, pensador e incentivador del cine brasileño era siempre generosa, incluyente y extraordinariamente perceptiva. Era un hombre de una gran integridad moral y política, que nos hará mucha falta. Como amigo y admirador de Avellar, estoy muy triste. El mundo se empequeñeció.” Éstas fueron las palabras que le dedicó su compatriota, el director Walter Salles, en cuanto se enteró de la partida de su amigo y mentor José Carlos Avellar.
“Era capaz de recordar escenas específicas y de describir los detalles de un solo plano de películas que había visto hacía varias décadas. Sus artículos y ensayos exhibían un vasto conocimiento de la historia y la producción cinematográfica mundial.” Así lo describían recientemente en el Instituto Moreira Salles para el que trabajó como programador de sus cines y director de su cuidada colección de películas en DVD.
Nacido en Río de Janeiro en 1936, José Carlos Avellar consolidó su carrera como crítico en el Jornal do Brasil, donde trabajó durante veinte años. Sus artículos fueron publicados en importantes publicaciones de diversos países y en catálogos de festivales internacionales como el de Locarno, Manheim o Valladolid. También fue jurado de festivales como el de Venecia y Cannes, y a lo largo de muchos años representó a Brasil en el Festival de Berlín, para el que seleccionaba las películas brasileñas que iban a ser exhibidas ahí.
Publicó seis libros de ensayo, entre los cuales destacan O Cinema Dilacerado (1986); Deus e o Diabo na Terra do Sol (1995), título homónimo de la famosa película de Glauber Rocha; A Ponte Clandestina: Teorias de Cinema na América Latina (también de 1995; Glauber Rocha, publicado en castellano por la editorial Cátedra en 2002, y O Chão da Palavra: Cinema e Literatura no Brasil (2007), en el que analiza clásicos de la cinematografía de su país adaptadas de la narrativa literaria.
Además, fue coautor de decenas de trabajos sobre el cine brasileño y latinoamericano, como Le Cinéma Brésilien u Hojas de Cine, y editor en Brasil de las principales obras teóricas de Serguéi Eisenstein, La forma del cine y El sentido del cine.
Como gestor cultural, fue subdirector de la Cinemateca do Museu de Arte Moderna de Río de Janeiro, vicepresidente de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI), director de la distribuidora Riofilme y comisario del Festival de Gramado, en Río Grande do Sul, entre el 2006 y el 2011.
Su papel como promotor de la cinematografía brasileña fue impresionante. Como director de la legendaria distribuidora Riofilme contribuyó a la realización de 94 largometrajes entre 1992 y el año 2000. Por ejemplo, Amarelo Manga, de Cláudio Assis; Lavoura Arcaica (A la izquierda del padre), de Luiz Fernando Carvalho, o Central do Brasil (Estación Central), de Walter Salles, que, entre otros muchos premios, ganó el Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín, el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa y permitió que Fernanda Montenegro obtuviera el Oso de Plata y fuera nominada al Oscar a la mejor actriz en 1998.
Avellar también fue profesor de la Escuela de Cine Darcy Ribeiro y, desde el 2008 hasta su fallecimiento, responsable de la programación de los cines del Instituto Moreira Salles. En el Instituto creó una colección de películas en DVD a través de la cual se editaron por primera vez en Brasil obras indispensables de la filmografía mundial, como Shoah, el documental de diez horas sobre el Holocausto dirigido por el francés Claude Lanzmann, o del propio cine brasileño, como Cabra marcada para morrer (Cabra, marcado para morir), la ópera prima de Eduardo Coutinho, de 1984. Por su labor en el Instituto Moreira Salles, Avellar recibió el premio Faz Diferença del diario O Globo en el 2014.
En los años 60 y 70 del siglo XX, dirigió el cortometraje Treiler y codirigió otros dos. También trabajó como director de fotografía, productor y editor en otras películas.
En diciembre de 2006 recibió del gobierno francés la condecoración de Chevalier des Arts et Lettres.
“Queridos amigos: todo el cine latioamericano llora hoy la partida de un gran amigo y compañero, y uno de los mayores criticos e investigadores del nuevo cine. Carlos es un ejemplo que seguirá vivo e invita a continuar su obra”, dijo el director argentino Pino Solanas el pasado 18 de marzo.
Nosotros, sus amigos del Programa Ibermedia, suscribimos las palabras de Pino.