Olivia tiene 12 años, una madre actriz sin sentido del ridículo, Ingrid (44 años), y un hermano pequeño muuuuuuy pesado llamado Tim (7 años). Los tres viven en un barrio de clase media de una gran ciudad.
Pero un día empiezan a pasar cosas extrañas: les cortan la luz, el gas, no pueden pagar el comedor de la escuela y su madre ya no tiene dinero ni para hacer el bocadillo del almuerzo. Olivia descubre que Ingrid les ha ocultado la situación de pobreza absoluta que están viviendo, causada por la crisis y la precariedad del mundo de la interpretación.
Por orgullo, su madre no ha pedido ayuda a sus escasos amigos y acaba hundiéndose. Olivia recoge, como puede, las riendas de la situación y protege a Tim de la cruda realidad con una mentira: están rodando una película secreta.

Recuerdo la vez que confronté a mi agresor y me cuestiono por qué nunca hablé con mis padres sobre el abuso. Caminando por una calle tumultuosa, reflexiono que, desde que me abusaron, algo se rompió para siempre, y que he pasado mi vida armando, como un rompecabezas infinito, a una mujer que no existe.

ANABEL (17) ha entrado de lleno en la adolescencia y con ella han llegado los cambios. A su edad, lo único que quiere es trabajar para tener su dinero, poder salir y ser independiente. En cambio, su familia le pide que se empiece a responsabilizar de su vida, pero le resulta complicado: no hay nadie que le sirva de ejemplo. Su madre, DELIA (45), trabaja conduciendo un taxi por Barcelona. Vive de noche y duerme de día. Mexicana de nacimiento, su biorritmo está sincronizado con su país de origen, por lo que está más conectada con lo que pasa allí que con lo que pasa aquí. El encaje familiar es precario pero estable y entre las dos sostienen la casa.
Esto cambia radicalmente cuando les llega una notificación de la inmobiliaria: tienen que dejar el piso en el que viven de alquiler pasado el verano. Delia obliga a Anabel a llamar a su padre.