Después de dos documentales que no dudaban en tocar nervios sensibles de la realidad boliviana contemporánea, La chirola (2008) y Ciudadela (2012), este último seleccionado para el Festival Internacional de Cine Documental de Taiwán, el cineasta boliviano Diego Mondaca recrea en Chaco, su debut en la ficción, el infierno al que fueron sometidos los indígenas aymaras y quechuas de su país en la Guerra del Chaco, que enfrentó a Bolivia con Paraguay en la década de 1930.
Como escribió Ezequiel Boetti en Otros Cines, no es tanto una película “de guerra”, sino sobre los efectos que ésta tiene “en hombres que no estaban preparados para enfrentarla en su real dimensión”. En Chaco “no se dispara ni una bala ni se representa una lucha sangrienta. Lo que hay es, como en Zama, de Lucrecia Martel, una espera constante como disparador de tensiones internas y de un progresivo deterioro psicológico”.
Chaco es una coproducción entre Bolivia y Argentina de Pasto Cine, Murillo Cine y Color Monster que recibió la ayuda de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2016.
La película de Mondaca, que a principios de este año fue elegida por Bolivia para postular a la lista final de nominadas al Oscar a la mejor película internacional 2021, acaba de ser seleccionada para representar a su país en los Goya 2022. Junto a ella compiten otras 12 cintas para entrar en la shortlist del Premio a la mejor película iberoamericana, como A febre, de la brasileña Maya Da-Rin; Canción sin nombre, de la peruana Melina León, o Las siamesas, de la argentina Paula Hernández.
Chaco también ha sido seleccionada para competir en los festivales de Rotterdam (IFFR), Bogotá (BIFF), Gijón (FICX), el de la American Film Institute (AFI) o el Festival Internacional de la Universidad Autónoma de México (FICUNAM).
Ambientada en 1934, narra la historia de un pelotón de soldados, en su mayoría aymaras y quechuas, que están al mando de un militar alemán retirado que ha sido convocado por la milicia boliviana. La tropa camina perdida buscando al enemigo en medio del espinoso y seco desierto del Gran Chaco. Un teniente y su grupo de oficiales que discuten el liderazgo del capitán Hans Kundt le muestran su frustración por llevar meses sin encontrar un solo soldado paraguayo. La falta de agua y víveres cada vez es más angustiante. Divididos, abandonados y delirantes, los combatientes se verán obligados a enfrentar al verdadero enemigo que los viene acechando desde hace no poco tiempo.
“Es importante apuntar que en la Guerra del Chaco la mayoría de muertos o mutilados fueron indígenas aymaras y quechuas, gente que en ese momento no estaba siquiera considerada como ciudadanos bolivianos y que fueron llevados a la fuerza a la guerra, secuestrados. Eran pongos cumpliendo órdenes de capataces y militares blancos. Por eso no quedan en la historia, porque no son parte del poder y se les niega la voluntad propia”, decía Mondaca en una entrevista con Andrés Rodríguez, de LatAm Cinema.
En noviembre del año pasado, Chaco fue el primer largometraje boliviano estrenado en una plataforma online.