El viernes 13 de noviembre finalizó el Curso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos, CDPCI 2020. En este año tan difícil, la mayoría de los autores pudo participar de manera presencial y se diseñó una estructura híbrida para aquellos que no pudieron estar en Madrid durante las seis semanas.
Este año, el CDPCI volvió a contar con el apoyo de la AECID, el Programa Ibermedia, la Fundación Carolina, EGEDA y la Fundación SGAE, así como con la colaboración de Casa de América.
La española Marina Marroquín Hierro, el panameño Enrique Pérez Him y, juntas, la venezolana Mariana Rondón y la peruana Marité Ugás nos cuentan sus impresiones:
Seis semanas de Paraíso, por Marina Marroquín Hierro
Hace dos semanas que terminó el 18º Curso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos y siento que una parte de mí todavía sigue allí. Entre las calles de Madrid (ahora más vacías), en el Palacio Longoria y los cursos de producción, en el ritmo enriquecedor y muchas veces frenético de las asesorías.
Atrás han quedado seis semanas de escritura, de emociones, de altibajos. Seis semanas en las que he tenido la oportunidad de desarrollar mi guión de animación y que ha sido mi primera experiencia con un proyecto propio. Un proyecto que ha cambiado de título, de personajes, de escenario; que empezó como A veces somos buenos y terminó como Paraíso, pero que nunca perdió su esencia, y eso es algo que tengo que agradecer a mis tutores Alejo Flah y Belén Gopegui, que en todo momento supieron lo que quería contar incluso mejor que yo misma.
Stephen King dijo una vez que escribir es como desenterrar un fósil. Un trabajo de descubrimiento. Yo creo que a la vez que escarbas en la tierra para intentar sacar la historia sin estropearla, también es como si lo hicieses en el interior de ti mismo. En lo que ha durado el curso he tenido tiempo de reír, de llorar, de desesperarme cuando parecía que no iba a conseguir nada más que un borrón de tinta. Todo a la vez. Pero en eso consiste la reescritura. En insistir e insistir y, cuando crees que lo tienes, volver a insistir. Porque si se hace lo suficiente, al final, entre toda la amalgama de ideas aparece una. La buena. Que estaba muy al fondo la cabro…, digo, la maldita. Pero ahí está. Aparece de entre el montón de tierra para que la abraces y la hagas tuya. Y ésta es la razón por la que yo escribo, por esos pequeños momentos de lucidez que, aunque apenas duran un segundo, hacen que todo el esfuerzo pasado merezca la pena.
2020 pasará a la historia como el año del Covid, pero me alegra poder decir que para mí, gracias a este curso, ha sido mucho más. Estos tiempos tan complicados nos han enseñado la importancia de compartir y de que, más que nunca, sólo colaborando con los demás y apoyándonos unos a otros se consigue ir hacia delante. Y ésta es también la esencia del cine. Compartir. Colaborar con los demás. Y hacer que con nuestras historias los malos momentos se sobrelleven mejor.
Porque escribir no sólo consiste en encerrarte en tu habitación. Las mejores historias nacen de conocer el mundo que hay detrás de la ventana, de descubrir diferentes formas de pensar y las distintas culturas que nos envuelven y nos conectan unos con otros, y que te hacen dar un vuelco a lo que hasta ese momento tenías en la cabeza. Porque escribir también consiste en vivir, y doy gracias una y otra vez a Mariana Barassi, a Gerardo Herrero y a todo el equipo de Ibermedia por haber hecho el esfuerzo de mantener la presencialidad del curso, a pesar de que este año estaba todo en contra. Consiguiendo así que el proceso de escritura, a veces tan solitario, lo sea un poco menos.
El curso de Ibermedia es una experiencia para disfrutar con los ojos cerrados y la mente abierta, y me ha permitido abrir los ojos a este maravilloso mundo que es el cine y del que espero, con mi primera película como guionista, poder formar parte.
Dicen que todos los niños nacen con un pan bajo el brazo. Yo salgo del curso como si una parte de mí hubiera vuelto a nacer. Sólo que en lugar de pan llevo bajo mi brazo un guión de animación que espero, algún día, compartir con el mundo.
Yo soy el Internet, de Enrique Pérez Him
Yo pienso que el cine es el espejo del mundo. El reflejo que ofrece esta forma de arte nos permite vernos colectivamente para ayudarnos a reconocer los vicios y las virtudes que tenemos como sociedad. Desde muy joven fui cinéfilo y siempre valoré la dimensión espectacular de este medio. Sin embargo, luego de estudiarlo y convertirlo en mi profesión, llegué a reconocer y valorar también su dimensión social. Ahora pienso que todos los grupos sociales que habitan este planeta deberían estar representados en la pantalla. Siento que aún estamos muy lejos de esto. Hay países que tienen el privilegio de poder contar con más frecuencia sus historias que otros. En el caso de mi país de origen, Panamá, hemos tenido un historial de producción cinematográfica muy escaso. Es por eso que al terminar la escuela de cine en Cuba decidí regresar para aportar a la construcción de este espejo tan importante que es el cine.
En los últimos diez años he tenido la oportunidad de trabajar como editor, guionista y director en proyectos alrededor de toda la región centroamericana, contribuyendo a impulsar la cinematografía de estos países. En este camino he reconocido el importante papel que juega la formación de público para el desarrollo del cine en la región. Es por esto que siempre he apostado por un cine que conecte fácilmente con el público de los países en los que trabajo.
En las películas que he escrito y dirigido he experimentado con diferentes géneros cinematográficos, intentando transformar los códigos de los mismos para que encuentren un matiz propio de mi región. Yo soy el internet es mi cuarto largometraje de ficción, pero es la primera vez que entro de lleno en los terrenos de la ciencia ficción, un género que me ha apasionado mucho desde la infancia. Allí se reúnen muchas historias que desde la fantasía buscan cuestionar el mundo que habitamos. Ha sido un enorme reto para mí cumplir con esta tradición.
Para mí, el proceso de escritura suele estar minado con dudas. Pienso que estas dudas sirven para cuestionarte y finalmente hacer crecer un proyecto. Llegué al Curso de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos con muchas dudas sobre el funcionamiento de mi guión. En la primera etapa del curso fui asesorado por David Muñoz, guionista y escritor de cómics de larga trayectoria en la industria europea. Para mi sorpresa, descubrí que David era un entusiasta de la ciencia ficción y conocía todos las referencias que yo estaba manejando para desarrollar mi película. Era como si los organizadores del curso le hubieran invocado para ayudarme a mí específicamente en este proyecto. El trabajo con David fue intenso y riguroso. Me exigió ponerme a la altura de otros autores que en el pasado habían logrado componer obras maestras dentro de este género. Gracias a su experiencia y conocimiento, sentí que mi guión empezó a cobrar vida y que juntos lo estuvimos llevando a otro nivel.
Mi segunda asesoría fue con el director y guionista Félix Viscarret, quien además de ayudarme con elementos de escritura, me abrió un mundo de posibilidades con respecto a temas de puesta en escena y realización. El trabajo con Félix fue bastante ameno. Era como trabajar con un coguionista que se metía apasionadamente en la historia y aportaba nuevos elementos que yo no había contemplado antes. La combinación de estos dos asesores fue muy acertada. Las visiones de ambos sobre mi guión se complementaron perfectamente, dando un resultado que superó todas mis expectativas del curso.
Estoy muy agradecido con los organizadores (Gerardo Herrero, Mariana Barassi y Rashide Emén) por haber hecho todo lo posible para que este curso se hiciera realidad en medio de tanta adversidad. Sé que no fue fácil llevar a tantas personas a Madrid en medio de las circunstancias que nos tocaron vivir en 2020. Para mí, el hecho de que hayan sido tan persistentes en llevar a cabo este programa me hizo reafirmar algo que he creído durante toda mi vida adulta: el cine es importante y, al parecer, no soy el único que lo piensa. ¡Gracias totales!
Zafari, de Mariana Rondón y Marité Ugás
No importa cuántas películas hagas, siempre hay momentos en que estás perdido, como la primera vez. Por eso es tan estimulante la mirada del otro, la confrontación y la discusión.
Para nosotras, poder participar con nuestro nuevo proyecto Zafari resultó muy emocionante. Sobre todo en un año tan complejo, donde nuestro trabajo ha sido más solitario que nunca, reencontrarnos con la discusión creativa y la generosidad de los tutores y compañeros fue un oasis.
En nuestra primera asesoría de tres semanas con Tomás Aragay, su dinámica de preguntas detonó rápidamente los problemas que intuíamos, pero no veíamos con claridad, así que desde el primer día trabajamos sin pausa. En la segunda parte del curso, bajo la asesoría de Michel Gaztambide, tuvimos el privilegio de revisar palabra por palabra, diálogo por diálogo, y redimensionar la intención de cada uno de los personajes.
Si bien un guión nunca se termina, creemos que ahora estamos mucho más cerca de la película que nos gustaría hacer. Felicitaciones a todo el equipo que desarrolla este gran proyecto, a la Fundación Carolina y al Programa Ibermedia.