El Centro de Cine del Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica ha dado a conocer las películas que competirán en la 12ª edición del Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), que tendrá lugar en la capital costarricense del 20 al 29 de junio.
En la sección oficial, la Competencia Centroamericana y Caribeña de Largometraje, para la que se seleccionan doce películas, seis de ellas han sido realizados con los fondos de ayuda que anualmente concede el Programa Ibermedia:
- Delirio, de la costarricense Alexandra Latishev, una coproducción de Costa Rica y Chile que recibió los fondos de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2020;
- Érase una vez en el Caribe, del puertorriqueño Ray Figueroa, una coproducción de Puerto Rico y España que recibió los fondos de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2020;
- La hija de Lázaro, del costarricense Gustavo Fallas, una coproducción de Costa Rica y España que recibió los fondos de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2021;
- Memorias de un cuerpo que arde, de la costarricense Antonella Sudasassi Furniss, una coproducción de Costa Rica y España que recibió los fondos de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2021;
- Pepe, del dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias, una coproducción de la República Dominicana, Namibia, Alemania y Francia que recibió los fondos de Ibermedia al codesarrollo en la Convocatoria 2020; y,
- Roofing, de las costarricenses Gabriela Hernández y Paz Fábrega, una coproducción de Costa Rica y Uruguay que recibió los fondos de Ibermedia en esa modalidad en la Convocatoria 2020.
Estas seis películas competirán con otras tantas procedentes de Cuba, Panamá, Puerto Rico, Costa Rica y la República Dominicana.
En Delirio, de Alexandra Latishev, Elisa regresa con su hija de seis años, Masha, a la casa de su madre Dinia, quien ha empezado a perder la memoria después de comunicar que su marido ruso murió. La convivencia entre las tres mujeres detona un delirio en torno a la presencia de un hombre dentro de la casa que nadie ve.
Érase una vez en el Caribe, de Ray Figueroa, narra las peripecias de Juan Encarnación, un hombre temido y acostumbrado a resolver los conflictos a machetazos que, tras enamorarse de Pura, se convierte en un padre de familia tranquilo y de su casa. Pero su vida se vuelve a trastocar cuando el caprichoso Walker Jr. secuestra a Pura. Encarnación se echa a su pequeña bebé a la espalda y, machete en mano, hará todo lo posible por recuperarla.
En La hija de Lázaro, de Gustavo Fallas, Ana Casasola, una destacada periodista costarricense, investiga el atentado en el que murió su padre hace cuarenta años. Siguiendo a un posible testigo, provoca un accidente en el que, Eliécer, un emigrante nicaragüense muere y después resucita. Ana se hace cargo de Eliécer y viaja al lugar donde ocurrió el atentado, en la frontera con Nicaragua.
Memorias de un cuerpo que arde, de Antonella Sudasassi, narra la historia de Ana, Patricia y Mayela, tres mujeres que crecieron considerando la sexualidad como un tabú y fueron encontrando el significado de la feminidad a través de las rendijas de libertad que dejaban las reglas tácitas y las imposiciones implícitas. Ahora, sus voces se encarnan en la protagonista que interpreta la actriz Sol Carballo, que revisa su vida de forma caleidoscópica, enlazando recuerdos, secretos y deseos ocultos.
Pepe, de Nelson Carlo de los Santos, es una película inclasificable donde las haya. Su historia se centra en un joven hipopótamo asesinado en la selva de Colombia que regresa en forma de fantasma. Pepe fue llevado desde su tierra natal en África para vivir en el zoo privado que tenía en su mansión el narcotraficante Pablo Escobar. Ahora está muerto y desde la muerte nos habla con múltiples idiomas.
Roofing, documental de Gabriela Hernández y Paz Fábrega, recuerda la historia del equipo de fútbol juvenil del Club Deportivo San Isidro de Pérez Zeledón, de Costa Rica. En marzo de 2005, el equipo llega a Estados Unidos para participar en la Copa Dallas. En el primer partido reciben once goles en contra; en el segundo, seis, y dieciséis más en el tercero. Sus jugadores no logran marcar ni un gol, apenas pasan de la mitad del campo y algunos son expulsados por faltas inauditas, como comer una manzana en la banca de suplentes. Tras el torneo ninguno de los jugadores regresa a su país.