Siete películas firmadas por una nueva y brillante generación de realizadores chilenos representarán la cinematografía de ese país en el Festival de San Sebastián, que este año, en su 64º edición, se celebrará del 16 al 24 de septiembre. Curiosamente, o más bien no, todas son películas basadas en hechos reales: Jesús, de Fernando Guzzoni, recrea el “caso Zamudio”, el brutal asesinato de un chico gay a causa de la violencia machista que intoxica las relaciones de género en América Latina; Neruda, de Pablo Larraín, narra un episodio real en la vida del famoso poeta; Rara, de Pepa San Martín, recuerda la discriminación sufrida por una jueza a la que apartaron de sus hijas por el simple hecho de convivir con otra mujer, y Aquí no ha pasado nada, de Alejandro Fernández Almendras, se basa en el llamado “caso Larraín”, el accidente de tráfico en que se vio envuelto el hijo de un exsenador y que terminó con la muerte de un peatón. Asimismo, El cristo ciego, de Christopher Murray, y El viento sabe que vuelvo a casa, de José Luis Torres Leiva, combinan historias que ocurrieron en la realidad con el imaginario de algunos pueblos de Chile. Completa el desembarco el cortometraje El extraño, de Pablo Álvarez, un falso documental sobre la gente que habita la capital chilena de noche.
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Estas siete películas chilenas, y otras seis iberoamericanas que recibieron ayuda del Programa Ibermedia, se podrán ver en Festival de Cine de San Sebastián, del 16 al 24 de septiembre, en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera.
Jesús, de Fernando Guzzoni. Jesús, de 18 años, vive solo con su padre, Héctor, en un apartamento donde la televisión compensa su inhabilidad para comunicarse entre ellos. El resto del tiempo, Jesús baila en una banda de k-pop, se droga con sus amigos, mira videos de hardcore por internet y tiene sexo en lugares públicos. Una noche se ve envuelto en un terrible e irreversible infortunio. Esto hace que Jesús y Héctor tengan que acercarse como nunca lo han hecho, pero termina por separarlos para siempre.
Neruda, de Pablo Larraín. Es 1948 y Pablo Neruda es perseguido luego de declararse ilegal el Partido Comunista. Por encargo del presidente Gabriel González Videla, el policía Óscar Peluchonneau inicia la persecución. Neruda es ahora un poeta convertido en arma. Vive en la clandestinidad junto a su mujer Delia del Carril, escribe Canto General e intenta huir del país mientras Peluchonneau le pisa los talones. Pero el poeta usa la persecución para reinventarse, convirtiéndose en un símbolo mundial de libertad y en una leyenda literaria.
Rara, de Pepa San Martín. Que te gusten los chicos e igual encontrar que son estúpidos, ser súper cercana con tu mejor amiga y aun así no contarle tus secretos, tener problemas en el colegio y unos papás lateros: éste es el tipo de problemas que enfrenta una niña de 13 años. Para Sara eso no tiene nada que ver con el hecho de que su mamá viva con otra mujer. Pero su papá no piensa lo mismo. Ganadora en Berlín del premio DAAD con su primer cortometraje, Pepa San Martín elige el caso real de una batalla legal por la custodia de los hijos como el punto de partida de su sorprendente largometraje debut.
Aquí no ha pasado nada, de Alejandro Fernández Almendras. Vicente, que vive en Los Angeles, regresa a Chile a pasar el verano en la casa de playa de sus padres. Es un joven imprudente y algo solitario. Pero una de esas noches rutinarias de perseguir chicas y tomar copas su vida cambia para siempre; se convierte en el principal sospechoso de un atropello con huida que causa la muerte de un pescador local. “Yo no era quien conducía”, dice, pero sus recuerdos son confusos. Sí recuerda estar en el coche y que el conductor era el hijo de un poderoso político.
El cristo ciego, de Christopher Murray. Michael es un mecánico que dice haber vivido una revelación divina en el desierto. Pero lejos de creerle, sus vecinos lo tratan como el loco del pueblo. Una tarde se entera de que un amigo de la infancia ha sufrido un accidente en un pueblo lejano. Michael decide abandonar todo para hacer un peregrinaje a pie descalzo y sanarlo con un milagro. Su andar comienza a llamar la atención en la gente empobrecida por el abuso de las mineras y la pasta base, quienes lo ven como un mesías capaz de aliviar la cruda realidad del desierto chileno.
El viento sabe que vuelvo a casa, de José Luis Torres Leiva. El documentalista chileno Ignacio Agüero prepara su primer largometraje de ficción basado en un antiguo proyecto documental que nunca llevó a cabo. A comienzos de los años 80, en la Isla Meulín, región de Chiloé, una joven pareja de novios desaparece en los bosques de la zona sin dejar rastro alguno. Todo un mito se creó en torno a esta misteriosa historia de amor trágico. Agüero viajará al lugar de los hechos en busca de locaciones y actores no profesionales para finalmente descubrir, poco a poco, el desarrollo de su película.
El extraño, de Pablo Álvarez. En parte una sinfonía de imágenes, en parte un filme de ensayo y en parte un falso documental: un conjunto de imágenes describen el centro de Santiago de noche, para volver sobre los pasos de un personaje ausente y anónimo. De fondo, distintas voces intentan describir a esta persona por medio de relatos inconexos y a ratos contradictorios entre sí. El resultado es la reconstrucción difusa de un hombre. Un extraño que encarna un desclasamiento y arribismo enraizados en lo más profundo de la sociedad chilena. Un ansia de ejercer poder sobre el resto que se manifiesta en distintas formas de violencia.