Hace nada invitábamos a las celebraciones por el 31º aniversario de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños de Cuba y poníamos el acento en una de sus leyendas: el maestro argentino considerado “padre del Nuevo Cine Latinoamericano” Fernando Birri. Pues bien, hace unas horas se confirmó su fallecimiento en Roma, la ciudad en la que vivió sus últimos años. Nacido en Santa Fe en 1925, Birri fue también uno de los fundadores de la Escuela Documental de Santa Fe, donde en 1958 dirigió su mítico mediometraje Tire dié, película que desnudaba la miseria en que vivían los niños más pobres de su provincia. Le siguió el largo Los inundados (1961), premiado en el Festival de Venecia y, entre otras películas memorables como ZA 05. Lo viejo y lo nuevo (2006), se atrevió a adaptar a García Márquez en Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988). A ese Fernando, y también al amigo, ya lo estamos echando de menos.
A 2017, año del fallecimiento de Fernando Birri, de la EICTV de San Antonio de los Baños de Cuba han egresado 25 promociones de cineastas. Es fácil imaginar entonces la cantidad de palabras elogiosas, recuerdos y anécdotas que están circulando ahora mismo por el mundo, a uno y otro lado del Atlántico, para destacar la calidad de Birri como cineasta, maestro del documental, fundador de proyectos considerados utópicos como la propia EICTV (prodigiosa utopía de ese “utópico andante”, como lo llamaban) y, en fin, padre del Nuevo Cine Latinoamericano.
El productor y realizador chileno Sergio Trabucco dio la noticia con estas palabras: “Se fue de esta vida el cineasta argentino forjador del Nuevo Cine Latinoamericano Fernando Birri”. Se sumó el profesor colombiano Armando Russi: “Ha muerto uno de los padres del cine moderno. Con Birri se va un momento clave de la historia de nuestro cine. Gracias, querido maestro, por su compromiso y amor por el cine y por América Latina”.
“Para muchos, es el más grande referente artístico y ético del cine de nuestro continente. No puedo evitar la tristeza, se «sube al tren» y parte con sus «inundados» para siempre”, escribió el realizador argentino Juan Chiesa haciendo un guiño a dos de los títulos imprescindibles en la filmografía de Birri: Tire dié, que narraba la vida de los niños pobres de Santa Fe que cada día perseguían a los viajeros de los trenes para pedirles diez centavos (de ahí el título del mediometraje, una variación coloquial de la súplica “tire diez” centavos), y Los inundados.
«La utopía está en el horizonte», respondió Birri. «Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos, y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar»
Su querido Festival de La Habana lo despidió así: “Se ha ido Birri, se fue de paseo a encontrarse con la Utopía. En la Tierra dejó el ojo y la oreja, las ganas de soñar y vivir”.
La mención de la Utopía, así, con mayúsculas, no es en absoluto gratuita tratándose de Birri. De hecho, uno de los más maravillosos recuerdos que se guardan de Birri tienen que ver con ella. Ocurrió en Cartagena de Indias, cuando al final de una charla un estudiante le preguntó para qué servía la utopía. “La utopía está en el horizonte”, le respondió Birri. “Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos, y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
Además de las películas ya mencionadas, entre sus obras como director destacan también documentales como Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983), Mi hijo El Che. Un retrato de la familia de don Ernesto Guevara (1985) o El siglo del viento (1999), y ficciones como El Fausto Criollo (2011).
La asociación Directores Argentinos Cinematográficos resumió su impronta en un comunicado: “Abrió los caminos de un nuevo cine latinoamericano que, asumiendo su identidad, reflejó y marcó las luces y sombras de la región a través de los inconfundibles cineastas y sus películas surgidas de la influencia de quien se convirtió en el gran maestro”.