Alejo Flah era conocido hasta ayer como el guionista de la magnífica serie de TV Vientos de agua dirigida por Juan José Campanella y de otras películas como el documental Rerum Novarum o el largometraje Séptimo, así como director de los cortometrajes Taxi y Vivir de negro. Desde hoy, sin embargo, Flah tendrá que ser citado como el autor y director de Sexo fácil, películas tristes, una comedia romántica ambientada en Buenos Aires, Madrid y París, y de la que él mismo nos habla en este texto.
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Escribe ALEJO FLAH
Me sucede bastante seguido.
Despertarme en mitad de la noche sin tener del todo claro dónde estoy. ¿En Madrid o en Buenos Aires? Sospecho que es normal. En los últimos años no he parado de ir y venir. Entre la búsqueda de financiación, el casting, la preproducción, el rodaje (los rodajes) y la posproducción, la distancia entre las dos ciudades parece haberse acortado.
Lo mismo sucede entre las dos tramas de la película: la realidad (que transcurre en Buenos Aires) y la ficción (que transcurre en Madrid) se alternan continuamente a lo largo de toda la historia. La pregunta que se plantea es si es posible escribir una comedia romántica cuando la experiencia amorosa del que la escribe es un desastre.
La respuesta, ahora sí, ha llegado. Acabamos de estrenar. El 22 de abril estuvimos en la Competición Oficial del Festival de Málaga y, desde el 24 de abril, en los cines de toda España.
Los protagonistas de la película son Ernesto Alterio, Quim Gutiérrez, Marta Etura y Julieta Cardinali. El reparto se completa con Carlos Areces y Bárbara Santa-Cruz (en la parte española) y Luis Luque, María Alché y Mónica Antonópulos (en la parte argentina). Creo, sin exagerar, que no podía haber mejores actores en el mundo para cada uno de estos personajes.
Los personajes principales son Víctor (Quim Gutiérrez) y Marina (Marta Etura), dos madrileños que lo tienen todo para vivir una hermosa historia de amor: son jóvenes, solteros, guapos y se atraen profundamente. Ella es bailarina, él diseñador. Y, aunque al comienzo no les resulta tan fácil, no tardarán en darse cuenta de que están hechos el uno para el otro… Pero tienen un serio problema: el creador de su historia y el difícil momento vital en que se encuentra.
Porque Víctor y Marina son, en realidad, los personajes de ficción que traza Pablo Diuk (Ernesto Alterio), un guionista argentino al que le han encargado escribir una comedia romántica que va a filmarse en España. Pero justo le toca hacerlo en el momento en que acaba de separarse de Valeria (Julieta Cardinali), su mujer. ¿Podrá entonces escribir una historia de amor cuando su amor ya es historia?
Como se verá en la película, gracias al milagro del cine (y del montaje) Buenos Aires (la realidad) y Madrid (la ficción) nunca han estado más cerca que en Sexo fácil, películas tristes.
Algo que empezó hace varios años con unas primeras ideas en la pantalla del ordenador, ahora se ha convertido en algo mucho más grande. Y no es por el tamaño de la película, sino por todo lo que ésta ha significado en la vida de todos los que la hemos hecho.
Ya no queda nada. Las emociones son muchas y, como sucede en las películas que más me gustan, no son de un único género: a la alegría enorme por estar a punto de estrenar una película de la que todos los que la hicimos nos sentimos profundamente orgullosos, se suma la nostalgia por haberla terminado. Por saber que el rodaje es un recuerdo de una época ya pasada, casi perfecta. Por suerte el cine ha sido siempre y será, justamente, eso: el registro de un tiempo, de una época y de una ciudad (que son tres en este caso: Madrid, Buenos Aires y París).
Pero la emoción más fuerte ahora mismo, la que le gana a todas, es la ansiedad. Ansiedad por estrenar, ansiedad por verla con gente (cercana y desconocida), ansiedad por saber cómo va a ver cada uno la película. Por descubrir un poco de Argentina a los de España y un poco de España a los de Argentina. Porque, por cierto: ¿dónde estoy ahora?